Primeros días en el Ártico.

Sabes como fueron nuestros primeros días en el Ártico ?

Fueron días sin orden ninguno, y esto puede resultarte en cierto modo familiar, pero no es ese mismo orden.

Las 24 horas del día son de noche polar. Solo teníamos como unas 3 horas en las que la luz era parecida a cuando va a amanecer, pero no salía el sol.

Mis hijos constantemente preguntaban por todo.

Cuando desayunábamos preguntaban:

Mami, esto ¿qué es?, ¿comida, almuerzo, desayuno?

Mami, ¿Cuando volvemos a casa?

Mami, ¿Cuando llegan nuestras cosas?

Mami, ¿Salimos fuera?

Entonces salíamos.

Frente a nosotros había grandes montañas.

En nuestra calle había alguna casa con todas las luces encendidas, alguna farola que se encendía con el movimiento y una cantidad de nieve asombrosa en el suelo y acumulada a los lados de las calles.

El silencio me daba una sensación de soledad y calma indescriptible.

La luz, los colores en el cielo, la niebla, el caer de los copos, la sensación del frio, … Nos convertíamos en verdaderos exploradores de todo lo que veíamos. Nos metíamos por el bosque, nos tirábamos por la nieve, nos la comíamos.

El tiempo parecía haberse detenido. Todo tenia una calma, un tiempo, un espacio.

La vida, queriendo enseñarme otra manera de vivir, otro orden sobre lo que realmente es importante y lo que es verdaderamente necesario para el ser, también me colocaba en un lugar de la tierra donde conocer la naturaleza puede ser la diferencia entre vivir o morir.

En cada obra de ÁRTICO me conecto con todas estas emociones, sensaciones y vivencias para que las hagas tuyas, te trasformen en lo que necesites o simplemente te lleven a la calma.